El Reiki
Con el tiempo he podido comprobar que el reiki no es una terapia más, si no que es un estilo de vida, una forma de vivir creyendo en una energía invisible y sabiendo que estoy sano y salvo con ella entre mis manos o envolviéndome, depende en el momento en el que piense en ella.
Y sí, no es una utopía, ni una varita mágica con la que cualquiera se puede sanar, hay quien quiere beber y sorberse toda la energía de un trago, esperando que le haga efecto cual píldora, sin hacer cambios en su vida. A mí personalmente me ha funcionado cuando me he sumergido en la situación, o me he puesto hasta las trancas de lodo. Cuando se utiliza esa energía, esa fuerza vital para salir del bache donde se haya caído es cuando sanas haciéndote consciente de tu propio conflicto, de lo contrario se queda corto y es por eso que el Reiki muchas veces no actúa como se espera.
Quizás de todo esto, el culpable es el desconocimiento, ya que una buena información daría mucho valor a ese regalo recibido en formato invisible y cargado de todo lo necesario para el receptor en ese momento.
Y es que en la vida a veces hay que ser un poco valiente y echarle un par, para salir del bache en el cual, seguramente, yo mismo permití meterme, esas cositas, esas emociones que no gestiono en un momento importante o que lo gestiono a solas o que lo gestiono mal, seguramente me achanto ante un problema, un conflicto o una emoción tan intensa que no sé qué hacer con ella.
El Reiki ingresa apasionado y con mucha fuerza en los cursos, hermosa herramienta utilizable en cualquier momento y para cualquier situación, entra en la vida cambiando hábitos, y luego con los años se templa y se utiliza cuando realmente se necesita, ya no todos los días porque mi cabeza va como una brújula sin imán, o sea gira sola buscando el norte, si no que luego se emplea como la herramienta necesaria para recibir la magnífica energía y frialdad, para resolver la situación a la que posiblemente tenga que hacer frente y como las emociones son lo que mueven mi vida, hasta me atrevo a decir que nos mueven la vida, son las que aprendo a gestionar, porque tanto me afectan para desequilibrarme el exceso de energía, vitalidad, alegría, risa… como el defecto de lo mismo, por eso el Reiki en todo momento busca equilibrar cuerpo, mente y más.
Y hay a veces que no tengo bastante con una sesión, no, no quiero una píldora que ingerir, quiero comprender que es lo que me ha producido ese desequilibrio, quiero ir a esa parte de mí que vivió diferente, que se sintió atacada o reflejada en ese magnífico conflicto que ahora me hace volver a trabajar en mí, pero si necesito dos sesiones, tres o cuatro no importa, siempre es un regalazo de equilibrio y amor, con lo cual no voy a quejarme porque he necesitado tres sesiones para resolver algo, más bien todo lo contrario gracias por que no tuve bastante con una, gracias por que he podido repetir, sentirme, dedicarme, mimarme, abrazarme, envolverme, vivirme y sorberme como el agua que necesita mi cuerpo.
Y voy a ir un poquito más allá, cuando miro hacia arriba, hacia el cielo maravilloso de este planeta azul, porque entre agua y cielo el planeta es azul y veo esos dibujos desabridos, prefabricados por el hombre pienso qué aburridos están de buena mañana, venga va un colchoncito lleno de corazones y lleno de amor para que los sostenga, para que los filtre y para que los haga preciosos, para que esas mini gotitas que caen en el suelo, sobre nuestras cabezas, en lo que comemos y en nuestro alrededor sean maravillosas burbujas con una retención amorosa inconmensurable, así que, allá va cielito hoy el Reiki es para tí.
Gracias por esa energía maravillosa que es el Reiki, llena de amor y compasión elevada al infinito.
Desam Ferrández
Maestra ASR